Asunto: Maria Paula Fuentes Mora - Codigo: 17 - Grado: 10 A
La minería en Colombia
La minería ha tenido un auge notable en los últimos años. Al notable incremento de los
precios de varios de sus productos en los mercados mundiales se agrega el dinamismo
que han tenido los flujos de inversión de las grandes empresas mineras internacionales.
América Latina no ha sido ajena a ese fenómeno y hoy muchos países de la región se
benefician de un notable aumento de los flujos de inversión extranjera y un auge
significativo de exportaciones de la minería. Este inusitado dinamismo se ha dado en
momentos en que ha surgido un nuevo paradigma, basado en la revisión de la
experiencia de varios países, que afirma que la minería puede ser motor de desarrollo.
En ese contexto, cobran especial relevancia interrogantes acerca de la situación de la
minería en Colombia y su impacto económico y social en el país y en las regiones en
que se desarrolla. Este trabajo busca resolver esos interrogantes. En el primer capítulo
se hace una revisión del nuevo paradigma sobre el papel de la minería en el desarrollo
económico y se evalúan varios casos de éxito. El capítulo segundo ofrece una visión
general del impacto de la minería en la economía colombiana en los últimos años,
mientras el tercer capítulo hace una evaluación del papel de la minería en el desarrollo
regional. El capítulo cuarto evalúa la situación competitiva de la minería colombiana en
el contexto internacional. Finalmente, el quinto capítulo muestra el impacto de la
minería en algunas dimensiones adicionales del desarrollo social y regional.
Antes de presentar el contenido de esos capítulos, a continuación se presenta un
resumen ejecutivo del trabajo
¿Los efectos qué ha tenido la mineria?
Los
conflictos ambientales surgen a la par de poderosos intereses políticos y
económicos en torno al uso, extracción y transformación de la naturaleza con
fines productivos y económicos. El reciente caso del derrame de petróleo en el
Golfo de México demostró cómo el afán de acumulación y consumo pueden
desembocar en una gran catástrofe socio-ecológica en torno a la extracción de
recursos naturales. De igual manera, se pueden nombrar otros ejemplos sobre los
proyectos mineros y sus impactos no sólo ecológicos sino sociales, como el
derrumbe de la mina San José en la ciudad chilena de Copiapó o los
“diamantes de sangre” en Sierra Leona y otros países de África Occidental.
¿Pero
qué representan los conflictos ambientales? Cada día las preocupaciones
relacionadas al ambiente tienen mayor cabida en las noticias y en
distintos medios de comunicación. Esto se debe a la ocurrencia de diversos
cambios sociales y económicos presentes en todo el mundo y a la importancia e
influencia del movimiento ambientalista global en las decisiones políticas y
económicas. Actualmente existe una “geopolítica ambiental” (Castree,
2003) que establece tanto discursos como prácticas, que van condicionando,
resignificando y transformando la relación naturaleza-sociedad en diversos
niveles sociales y ecológicos. Entonces ¿la naturaleza será producto de
nuestras sociedades? ¿o ella impone a través de sus ritmos nuestros asuntos
como sociedad?
La relación naturaleza-sociedad
debe entenderse como un conjunto de interacciones entre elementos sociales,
culturales, políticos y ecológicos que se encuentran en un constante diálogo o
desencuentro en eso que llamamos realidad. Dichos elementos no deben verse por
separado, sino como un proceso global con diversas manifestaciones a nivel
local. William Cronon (1996) afirmaba que a lo largo de la historia de la
humanidad, eso que conocemos como naturaleza ha poseído una profunda construcción
humana, la noción se ha reinventado una y otra vez dependiendo del contexto
cultural y político desde donde se piensa y se percibe, aunque es imposible
negar la importancia de comprender las dinámicas de la naturaleza no humana
manifestada en la biodiversidad en sus diversas escalas y ecosistemas
asociados, además de su constante e inseparable relación con las sociedades y
en especial con el desarrollo de sus economías.
Al
respecto, con frecuencia pasamos por alto la influyente dimensión histórica que
tienen los factores biofísicos (expresada en ecosistemas, patrones climáticos,
recursos, entre otros) en los procesos sociales que han producido y configurado
el mundo en que vivimos. Sólo tomando un ejemplo, Jason W. Moore (2003),
partiendo de algunas teorías del sociólogo alemán Immanuel Wallerstein, ilustra
cómo el surgimiento del orden capitalista mundial ayuda en cierta forma a
explicar el funcionamiento de las relaciones sociales, políticas y económicas
relacionadas con los recursos naturales a lo largo de la historia en un
“sistema mundo”. Es posible que estas relaciones se hayan manifestado a través
de diversos cambios globales, entre ellos, conflictos ambientales actuales como
el cambio climático, la transformación de ecosistemas, la pérdida de diversidad
biológica, la polución, etc.
Pero en
este punto vale la pena cuestionarse cómo estos procesos afectan también
nuestra vida cotidiana y de qué forma. ¿Qué recursos naturales se explotan y
para qué? ¿Con qué propósitos? ¿Qué tan fundamental es hacerlo? Estos
interrogantes nos conllevan a abordar un asunto que actualmente tiene una gran
resonancia en el debate de política pública en Colombia: la minería a gran
escala.
¿Los efectos que tiene?
Las regiones más desérticas cuentan con cantidades
disponibles de aguas subterráneas – estas, muchas veces a gran profundidad -
que se han trasladados largas distancias desde su fuente de origen en las
montañas. La región de Atacama de Perú y Chile es un típico caso de lo
anterior. Estas aguas usualmente se pueden valorizar bajo condiciones de
escasez.
El agua también puede ser llevada más allá desde lugares
a muchos kilómetros lejos de las minas, para abastecer las diversas necesidades
de procesamiento de minerales, agua potable, supresión de polvos, etc. Tales
desviaciones son la causa de una verdadera competencia con otros sectores de la
sociedad por el recurso agua, posiblemente reduciendo los suministros a
poblados, ciudades y grupos indígenas; además, pueden crear impactos negativos
en lagos o salares debido a la reducción de los niveles de agua o del
afloramiento de agua dulce, y podría dañar flora y fauna silvestre local. En
algunos lugares de Chile, Bolivia y Perú, los desvíos se efectúan cerca de
fronteras internacionales, produciendo serios conflictos transfronterizos.
El agotamiento del agua asociado a la apertura de futuras
minas a tajo abierto, inevitablemente reduce el nivel local y a veces regional
del agua. Esto puede causar la sequía de los afluentes y reducir el nivel del
agua en pozos vecinos. Esto último aumenta los costos de bombeo de agua hacia
la superficie para los afectados o podría forzarlos a perforar nuevamente y
profundizar los pozos.
La reducción de vertientes y riachuelos puede afectar el
uso de agua para el ganado y la vida silvestre nativa, así como los usos
domésticos y municipales. El agotamiento se detiene cuando lo hace la minería,
pero los niveles de agua podrían requerir de muchos años para volver a su
estado original (o casi original).
Alteraciones
en la dinámica fluvial:
* Variación del perfil y trazado de la corriente fluvial,
variaciones en el nivel de base local, alteración en la dinámica (variaciones
en las tasas de erosión/sedimentación) en el perfil (aguas abajo y aguas
arriba) por excavaciones, diques y represas. Aumento de la peligrosidad de
inundación.
*Incorporación de partículas sólidas en la corriente,
aumento de la carga de fondo y en suspensión, incremento en las tasas de
sedimentación aguas abajo.
Pérdida
de masas de agua:
*Ocupación de lagos, embalses, bahías
*Pérdida de masas glaciares.
Alteraciones
en el régimen hidrogeológico:
*Variaciones en el nivel freático, variaciones en el
régimen de recarga y modificaciones en el flujo subterráneo por efectos
barrera, drenajes inducidos, infiltración restringida/favorecida, compactación,
modificación del relieve, deforestación.
Por ejemplo: El Paramo de Santurban
El conflicto
Según la revista Dinero e Interbolsa, entre el 52.9 y el 54 por ciento del área requerida para el desarrollo del Proyecto Angostura, está situada dentro del Páramo de Santurbán.
Colombia cuenta con legislación que busca proteger y conservar los páramos. Vale la pena resaltar el artículo 34 del Código de Minas, según el cual "no podrán ejecutarse trabajos y obras de exploración y explotación mineras en zonas declaradas y delimitadas conforme a la normatividad vigente como de protección y desarrollo de los recursos naturales renovables o del ambiente...". Estas zonas deberán ser delimitadas por la autoridad ambiental sobre la base de estudios técnicos.
Fueron el Instituto de Investigación Alexander Von Humboldt, el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales de Colombia (IDEAM) y el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) según convenio con el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial (MAVDT) los encargados de definir los polígonos de los páramos en Colombia. En el caso específico de Santurbán, la cota altitudinal que se definió según criterios biofísicos, es de 3.100 metros sobre el nivel del mar (msnm).
De acuerdo con el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) presentado por la compañía que ejecutaría el proyecto, "la fase cero inicia en el banco ubicado en la cota 3.268,75 msnm y en la fase cuatro empieza desde el banco ubicado en la cota 3.525 msnm". Como podemos ver, ambas están por encima de las definidas como zona de páramo en Santurbán. Peor aún, el proyecto Angostura implica reubicar escombros, y el sitio de disposición se ubica a 3.630 msnm. Como si fuera poco, la Greystar prevé que para el año 2020 operará el silo Páez a 3.890msnm, donde las piscinas de lixiviación estarán a 4.042 msnm.
Los impactos sobre el agua no han sido debidamente soportados, por lo menos en el EIA que presentó la empresa. El modelo hidrogeológico que usa ha sido ampliamente criticado por su poca precisión y sus grandes incertidumbres.
La Greysar estima que unos 330,6 millones de toneladas de mineral y 744,8 millones de toneladas de estéril van a ser extraídos del suelo durante el proyecto. Para apreciar estas cifras, señalemos que una ciudad con más de siete millones de habitantes, como Bogotá, produce alrededor de 5 mil toneladas de basura al día, lo cual indica que Angostura producirá en 7,3 días la misma cantidad de residuos que cada año produce Bogotá como basura.
Los impactos ciertos
La minería genera impactos predecibles y de largo plazo. No obstante, si se tiene absoluta claridad sobre ellos, también es posible tener un plan de manejo y una estrategia que permita reducirlos.
Si el proyecto Angostura se ejecuta, su impacto es cierto, es decir, los daños colaterales son inevitables y muy severos, y forman parte del costo que debe pagarse. El beneficio consiste en extraer durante quince años una enorme cantidad de oro. Veamos desde la perspectiva ambiental algunos impactos ciertos:
- Modifica la topografía y el paisaje.
- Altera el carácter físico, físico-químico y químico en el suelo y subsuelo.
- Ocasiona infertilidad o permite el paso de contaminantes a través del agua, dada la remoción superficial del suelo y la de los materiales de cobertura.
- Genera taludes que modifican ostensiblemente las formas y las pendientes naturales de las laderas por donde discurren cauces menores.
- Cambia el comportamiento mecánico del suelo y evita la formación y acumulación de materia orgánica y el intercambio de gases con la atmósfera.
- Produce contaminantes gaseosos, líquidos y sólidos que de forma directa o indirecta recibirá el suelo.
- Usa hidrocarburos en grandes cantidades (se estima que serán más de 63 millones de litros de ACPM al año).
- Altera la capacidad de regulación hídrica y produce pérdida irreversible de la función del soporte físico de ecosistemas.
- Disminuye caudales y altera el sistema de drenaje natural.
- Altera el nivel freático y de los ciclos hidrológicos.
- Desvía e interrumpe caudales por disposición de estériles.
- Afecta los hábitats naturales de la fauna y la flora.
- Afecta la dinámica de las cadenas tróficas.
- Usa tecnologías de las cuales en el país no existe mayor información sobre sus impactos y sus riesgos inmediatos y futuros.
Diferenciar impactos de riesgos
Bien vale la pena revisar el tema de los riesgos probables, que dicho sea de paso no son lo mismo que los impactos. Las comunidades directamente involucradas en el proyecto tienen la oportunidad de influir sobre la toma de decisiones que conduzca o no al otorgamiento de la licencia ambiental.
Existen varias perspectivas que contribuyen a analizar la información necesaria para tomar una decisión sabia, es decir, la que maximice el bienestar de los ciudadanos colombianos de hoy y de las generaciones futuras.
La perspectiva ambientalista con sólidos apoyos en lo científico y en lo técnico ha sido preferida y priorizada para este análisis, por encima de otras igualmente respetables como la perspectiva económica o la financiera.
Para tener una visión integral es aconsejable comenzar por separar dos dimensiones: el impacto y los riesgos.
La información proporcionada por el EIA de Greystar con respecto al impacto directo del proyecto sobre el entorno físico, el entorno biótico y el entorno social debe ser evaluada en profundidad, puesto que ante la hipótesis de que el proyecto se haga tal como ha sido estructurado por la empresa, el impacto será irreversible, importante y al parecer, todavía mal comprendido e incompleto.
Los riesgos
Pero existe la otra dimensión: además del impacto, un proyecto conlleva riesgos, es decir, amenazas potenciales que se pueden convertir en realidad con alguna probabilidad.
Por ejemplo, algunos parámetros críticos han sido tomados con base en condiciones climáticas de tiempo seco. Los expertos sugieren realizar análisis de sensibilidad en rangos que permitan entender qué puede pasar, por ejemplo frente a un probable deslizamiento de la escombrera, en condiciones extremas, que pueden presentarse, pues los regímenes de lluvia se han modificado, tal como se ha evidenciado con la reciente ola invernal y la que se aproxima en los meses venideros. Es el riesgo climático.
El concepto de riesgo permite ir más allá de la idea de amenaza, fuente de angustia, para incorporar la medición de la amenaza mediante el cálculo de probabilidades, fuente de responsabilidad.
Resulta legítimo preguntarse cuál es el límite tolerable de riesgo que la comunidad puede aceptar conscientemente, con todas sus consecuencias. Existen varias categorías de riesgo y un buen plan de manejo va más allá de plantear cómo funciona normalmente un proyecto desde la perspectiva técnica.
Poco hemos oído hablar, por ejemplo, de la tecnología BIOX que Greystar tiene la intención de utilizar en Angostura. Según su propia presentación, esta tecnología desarrollada a comienzos de los años 80 por GENCOR en Sudáfrica involucra la utilización de microorganismos que se alimentan del azufre presente en el mineral y que facilitan la recuperación del oro.
¿Estará permitido este proceso en el Canadá? ¿Cuáles son los riesgos para el suelo y para la salud humana? ¿Cuál es el riesgo a largo plazo y qué pasa con las bacterias una vez terminado el proyecto?
Al incluir los riesgos, un buen plan de manejo debe contemplar la prevención cuidadosa y la mitigación responsable, no sólo de los daños inevitables, sino de todos los riesgos que genera la actividad misma. Por lo costoso, los estructuradores de un proyecto tratan de soslayar o de minimizar los riesgos, con el fin de animar a los potenciales inversionistas.
Resulta, entonces, que son los inversionistas potenciales los mejores aliados de las comunidades involucradas, pues - por motivos diferentes - comparten un interés común: entender a fondo los riesgos del proyecto para tomar la decisión, de arriesgar su capital en el caso de los primeros o de arriesgar sus vidas y su tranquilidad en el caso de los segundos.
Riesgos sociales
Habitualmente la minería llega a un lugar con su promesa de riqueza y empleo, pero la evidencia demuestra que viene acompañada de altos costos sociales. Rara vez se asocia el tema con la violación de derechos humanos y menos aún con el agravamiento de la pobreza y la inequidad social, pero detrás de ella también se esconden graves riesgos sociales:
- La presión migratoria.
- La apropiación de las tierras de las comunidades locales.
- Los impactos en la salud.
- La alteración de las relaciones sociales.
- El cambio en el uso de suelo.
- La destrucción de las formas de sustento y de vida de las comunidades.
- La desintegración social.
- Los cambios radicales y abruptos en las culturas regionales.
- El desplazamiento de otras actividades económicas locales actuales y/o futuras.
- Las condiciones laborales, generalmente de alto riesgo.
- La afectación a las organizaciones sociales y comunitarias.
- El posible incremento de conflictos.
- Y los cambios en las relaciones productivas.
Protestantes para decir no a la minería y salvar el Páramo de San turban